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Entrevista a Hernán Rivera Letelier:

Actualizado: 13 abr 2020

(Fotos de Glenn Arcos)


“Yo abomino a los escritores que se creen mesías o profetas”

En su nueva novela “El hombre que miraba al cielo” (Alfaguara), el reconocido escritor chileno parece haberse acercado más que nunca al ideal literario que ha estado buscando con ahínco desde que se inició en este oficio: escribir haciendo “convivir la simpleza del canto de un pájaro con el dramatismo de un autorretrato de Van Gogh”, como dice el personaje Lorenzo Millacura en su más reciente obra.



Acaso uno de los desafíos más difíciles en literatura es usar las menos palabras posibles para crear un mundo con distintos sentidos posibles, sin que esta brevedad signifique baja intensidad narrativa. Lograr la sencillez es más complejo de lo que parece. Cómo no recordar aquella frase atribuida al pintor Pablo Picasso: "En aprender a pintar como los pintores del renacimiento tardé unos años; pintar como los niños me llevó toda la vida".

Mientras se encuentra de visita en el pueblo de Montepatria en la región de Coquimbo, Hernán Rivera Letelier se refiere a este y otros aspectos de su exitosa carrera literaria.

“Desde que empecé a escribir, yo intuitivamente aspiraba escribir una novela donde no pase nada, pero que pase todo a la vez. Creo que no lo había conseguido aún, salvo en esta última novela ‘El hombre que miraba al Cielo´ que sí creo que algo conseguí. Porque es una novelita corta donde pasa muy poco, hay muy poca acción. Pero si se piensa bien están inmersas la amistad, el amor, la venganza, el viaje, el descubrimiento”, sostiene el escritor nacido en Talca (1950) y que hoy reside en Antofagasta.

Aquella obra vincula a dos artistas callejeros que se ganan la vida en las esquinas de Antofagasta con un hombre de edad mayor –“alto, y flaco, pelo blanco ceniza peinado hacia atrás”- que contempla con obsesión el cielo. Así, el dibujante y pintor sobre pavimento Lorenzo Millacura y la saltimbanqui o “malabarista de semáforo” Loredanna, emprenderán junto a “el Mirador” un viaje relevador y definitorio hasta San Pedro de Atacama donde están los “cielos más diáfanos del planeta”.

Rivera Letelier, que se confiesa un “adorador del cielo” como el viejo de su nueva novela, habla con

con la experiencia de más de 18 obras publicadas a la fecha desde que, como él afirma, “La Reina Isabel Cantaba Rancheras” le cambiara la vida.

“Yo me crié en el desierto donde el cielo te chorrea por los cuatro costados. Soy un admirador y un adorador del cielo. Siempre digo que cuando yo necesito a Dios o religión, levanto la cabeza y miro al cielo”, afirma.

Las historias de este prolífico narrador no solamente han recibido el aprecio de lectores y diversos reconocimientos literarios (Premio Municipal de Novela, Mejor Obra Literaria del Consejo Nacional del Libro en dos ocasiones, el Premio Alfaguara, entre otros), sino también de artistas de otras disciplinas que a partir de ellas han creado obras de teatro, óperas y películas.

¿Por qué se ha dedicado a escribir todos estos años y aún mantiene el mismo entusiasmo?

Porque cuando descubrí que podía escribir, me dije que esto era lo mío. Y desde antes de aprender a leer y escribir me gustó siempre el arte. Yo me amanecía pintando y dibujando, haciendo esculturas con latas o con palos. Y cuando descubro a los 18 años que puedo escribir, y que no lo hago mal, y sobre todo que me siento bien haciéndolo, me dije que este talento que me han dado lo voy a cultivar y trabajar. Voy a aferrarme a este talento como el náufrago que se aferra a una tabla. Y creo que hice bien, porque la poesía fue lo que me salvó del infierno que es trabajar en las calicheras en la Pampa.

¿Cuál es su método de trabajo?

Yo soy lo más anti-metódico que hay en este planeta. Mi método es no tener método. Escribo a la hora que sea. De pronto en la mañana, o en la tarde, en la noche o de pronto me amanezco escribiendo. Pero trato de escribir todos los días, sin imponerme horarios. Yo entré a trabajar a la Pampa a los 15 años y trabajé hasta los 45. O sea, fueron 30 años con un horario rígido. No me voy a auto imponer horarios ahora.

¿Para escribir toma notas, apuntes en cuadernos o directamente en computador?

Estoy computarizado ciento por ciento. No puedo escribir si no es en el computador. Nunca hago borrador a lápiz ni ando tomando notas en libretas. Sencillamente se me ocurre una historia y me lanzo a escribir, a veces sin saber siquiera para dónde voy. Y mientras la escribo voy descubriendo a los personajes, la acción, sorprendiéndome. Esto es lo que hace fascinante el acto de escribir. Nunca hago un mapa o una hoja de ruta para ver qué voy a escribir.

Pero no siempre fue así, aclara el escritor. Al comienzo de su trayectoria literaria escribía poemas y cuentos cortos “en cuadernos con lápiz Faber”. Luego empezó a escribir “La Reina Isabel cantaba rancheras” en 1990 “con lápiz, pero en 1992 había avanzado 70 páginas de su novela y a ratos se le ocurría cambiar de orden las escenas. Eso le implicaba recortar aquí y pegar allá…

“Se me estaban haciendo unas sábanas de hojas y se me estaba echando a perder la estructura de la novela, enredando. Entonces decidí comprarme un computador. Después de eso se me aclaró todo y me puse a pensar en cómo cresta Miguel de Cervantes y Saavedra escribió ´El Quijote de la Mancha sin un computador´ (ríe)”.

Inspiración para otras artes

Además de ser uno de los autores más leídos de Chile y traducido a varios idiomas en todo el mundo, Rivera Letelier ha logrado como pocos que sus obras sirvan de inspiración para trabajos de otras artes como el teatro o el cine.

¿Cuáles son sus planes para los próximos meses?

Tengo que ir a estrenos de obras de teatro. Fui al estreno en Santiago de “Historia de amor con hombre bailando”, novela que fue llevada al teatro e hicieron un musical extraordinario, lo hizo Bastián Bodenhöfer (quien la adaptó y estuvo a cargo de la dirección teatral). Debo ir al estreno de una ópera que se está haciendo en Santiago en el Teatro Municipal con dos de mis novelas: “La Reina Isabel cantaba rancheras y El arte de la resurrección”. Luego viajaré a Brasil, porque se va a estrenar una película que hicieron con “El Fantasista”. Y acaban de comprarme los derechos en México para hacer película con “El arte de la resurrección”. En fin, este año viene bien cargado.

¿Cuál de sus obras, que aún no se haya hecho, le gustaría que se filmara?

A la que le tengo harta confianza y me gustaría que llegara a los cines es “La contadora de películas”, novela corta que publiqué en 2010. Me la compraron los franceses ese mismo año para hacer una película, pero se ha ido atrasando. Me juran que ahora sí comienzan a filmarla a fines de este año en Chile. Es una de las que me gustaría mucho verla en el cine.

¿Cómo ha sido la relación entre usted como escritor con quienes adaptan sus obras para teatro o cine? ¿Participa del proceso?

En mi caso, yo sencillamente vendo los derechos y le doy la libertad completa al director de cine o de teatro o de ópera o de lo que sea para que haga su obra. Soy un convencido de que el arte de la literatura es completamente distinto al arte del cine o del teatro, entonces yo no espero que hagan una película o una obra de teatro al pie de la letra de mi novela. Como hacen un arte diferente, yo les doy todas las libertades para cortar, agregar, exagerar, minimizar, porque es su película u obra de teatro, aunque sean inspiradas en mi novela.

¿Y esa situación de dar tanta libertad no lo pone intranquilo en cuanto al resultado de esas obras?

Hasta el momento he tenido mucha suerte. Todas las obras de teatro que se han hecho con mis novelas, que suman más de 15, me han gustado mucho. Hicieron un musical ahora y quedó espectacular. Soy un escritor afortunado en cuanto a que mis novelas se hagan en teatro, cine, e incluso en cómic. A veces me invitan a ensayos, pero yo nunca voy. Porque yo quiero ir al estreno a sorprenderme.

Escribir no es lo mismo que “ser escritor”

La sencillez que busca en sus nuevas creaciones retrata la personalidad de Hernán Rivera Letelier, quien lejos de envanecerse con el éxito o hablar desde una cumbre, habla con los pies bien puestos sobre la tierra y se muestra agradecido de poder seguir escribiendo con la misma fuerza del primer día.

¿Alguna vez ha sufrido el síndrome de la página en blanco?

Hasta ahora el problema es que no paro de escribir, desde que empecé con “La Reina Isabel…” nunca he tenido periodos estériles. Llevo más de 18 libros escritos y no termino uno y ya estoy embarazado del siguiente. Entonces, no sé lo que es sufrir ese vacío post parto que le llaman los escritores, que después de publicar una obra quedan en blanco.

¿Hay alguna obra a la que usted le tenga una especial devoción?

Hay una respuesta tipo para esa pregunta de los escritores y artistas en general. Te podría decir que

el mejor libro es el que estoy escribiendo ahora. Pero contestando tu pregunta, que me la han hecho un montón de veces, tuve que descubrir una repuesta. Y honestamente hay varias respuestas. El libro al que le tengo más cariño es “La Reina Isabel Cantaba Rancheras”, porque me cambió la vida; el que considero más importante por el hecho que cuenta es “Santa María de Las Flores Negras”; el más íntimo es “Himno de un Ángel Parado en una Pata”, porque cuento mi infancia hasta los 13 años; el más mágico es “El duende que me escribe las novelas”; el más divertido, que fue una fiesta escribirlo y que yo me reía como loco, es “El Fantasista”; “El Arte de La Resurrección”, porque ganó uno de los premios más importantes de literatura en Hispanoamérica (Alfaguara), en fin hay muchas respuestas.

Como escritor consagrado, ¿qué recomendaría a los jóvenes que se están iniciando en la escritura?

A los jóvenes que van a verme al café (en el centro de Antofagasta) y que me llevan sus poemas o sus cuentos, les hago una pregunta que parece una perogrullada, que parece lo mismo pero que no lo es: ¿quieres escribir o quieres ser escritor?

Lamentablemente, la mayoría quiere ser escritor y yo les digo que no, que lo que hay que hacer es simplemente escribir. El escritor es el que viaja, el que da entrevistas, el que firma libros o autógrafos, conoce mujeres, qué se yo. Eso es lo que quieren hacer ellos. Yo les digo que el verdadero escritor es el que escribe y quiere escribir. No le importa la fama ni el éxito. Si este llega, bienvenido sea. Pero por el hecho de escribir uno ya se siente un privilegiado. Si tú escribes para hacerte famoso o millonario o hacer la revolución estás frito. Hay que escribir porque sí. Porque el arte es un fin en sí mismo.

¿El escritor puede llegar a ser como un médium de las ilusiones o desilusiones de los ciudadanos? ¿Cuál cree que su rol?

Yo abomino a los escritores que se creen mesías o profetas o un vate. El primer compromiso del escrito, antes de los compromisos políticos, social o religioso, es escribir bien y punto.

¿Se siente profeta en su tierra?

Por supuesto que sí.

¿Lo han tratado bien los otros escritores del país?

Es que no es necesario que me traten bien los escritores. Que me traten bien los lectores y lectoras, el público es lo que uno busca. Uno escribe para ser leído. Si los demás escritores y los críticos te tratan mal, bueno, es cuento aparte. Pero si tienes un montón de lectores, con eso basta.

¿Cuáles son los escritores que más lo han influido?

Los sudamericanos del boom. Empezando por Juan Rulfo. Si yo tuviera un auto pondría una calcomanía que dijera Rulfo es mi copiloto (ríe con ganas). Después, me quedo con Gabriel García Márquez, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Leopoldo Marechal, Mario Vargas Llosa, Guillermo Cabrera Infante, entre otros. Todos escritores que aparecieron por los sesentas y que fueron el boom de Hispanoamérica. Esos son mis maestros, a quienes leo y releo siempre.

Un prolífico narrador

Novelas

La Reina Isabel cantaba rancheras (1994)

Himno del ángel parado en una pata (1996)

Fatamorgana de amor con banda de música (1998)

Donde mueren los valientes (1999)

Los trenes se van al purgatorio (2000)

Santa María de las flores negras (2002)

Canción para caminar sobre las aguas (2004)

Romance del duende que me escribe las novelas (2005)

El Fantasista (2006)

Mi nombre es Malarrosa (2008)

La contadora de películas (2009)

El arte de la resurrección (2010)

El escritor de epitafios (2011)

Historia de amor con hombre bailando (2013)

El vendedor de pájaros (2014)

La muerte es una vieja historia* (2015)

La muerte tiene olor a pachulí* (2016)

La muerte se desnuda en La Habana* (2017)

El hombre que miraba al cielo (2018)

(*) Trilogía policial

Poemas y cuentos

Poemas y pomadas (1988)

Cuentos breves y cuesco de brevas (1990)

Donde mueren los valientes (1999)

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